sábado, 29 de octubre de 2011

Vuelve el Matagigantes

Llegada a tiempo. Eso significa una hora antes. La cerveza antes del partido sienta muy bien, y más si es a las ocho de la tarde. Camisetas por las calles, bufandas y alguna que otra trompeta. La ocasión lo merecía: el Rayo, mi Rayo, se medía con un grande: el Málaga.
Nervios, o ese cosquilleo que acompaña a cada partido en casa, esa mezcla de alegría por ver otro partido y esos nervios por conseguir, en este caso, una posible primera victoria en casa.
El lector leyó el código, el tapón de la botella en el bolsillo, y escaleras arriba hacia mi asiento. Pitido inicial, empieza el partido, y suena ese inconfundible ruido: ya se ha abierto la bolsa de pipas. Las cáscaras comienzan a adornar el suelo debajo de mis pies, pero no las veo, mi mirada va de la pelota a los jugadores, y de vez en cuando, a aquel grupo que a mi derecha no para de animar a mi equipo. Los bukaneros no cesan, sus gargantas acompañan el sonido del viento que desde arriba se siente aún más en estos meses ya de frío.
A los pocos minutos llega el primer gol; alegría en Vallekas -permitirme ese uso- bufandas en alto, y esa música inconfundible que también suena en mi móvil cada vez que me llaman.
Parece que eso anima, la gente aplaude, chilla, grita, uy!! Casi... y las manos se van, invariablemente, a sujetar una cabeza que piensa...que poco!!
Y entre toque y toque, nos ponemos a las armas, recordamos la primera vez que fuimos al nuevo estadio o que las veces que le seguimos dando la vuelta al mundo.
Y otro gol, y la fiesta se intensifica en este barrio obrero de Madrid, que caso aparte he de decir, que es uno de los mejores barrios, en los que las miradas por encima del hombro no existen porque nadie se siente superior a los demás.
Los bukaneros entonan....gritan al unísono en un canto que poco suena en Vallekas, para de repente, con cierto aviso, resuene: La vida pirata es la vida mejor!!!
Y entre estrofa y estrofa, recuerdo las veces que los jugadores han cantado esta canción con la afición, y la vez que, ganando al Salamanca por un gol a cero, nos quedamos todos en el Helmántico cantando, las voces resonaban, y los jugadores del Rayo, los que hicieron subir este equipo a primera, aplaudían.

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